El coche, ese elemento de gasto del nunca acabar


Hace algunos años Audatex, compañía especializada en consultoría y reparaciones del automóvil, emitía un informe que a muchos en el sector de la automoción sentó como una bomba: los coches que más se estropeaban eran "los nuevos", los coches en torno a los cinco años, mientras que, a pesar del envejecimiento del parque automovilístico español, los coches viejos eran los que soportaban la crisis (debido a que muchos los poseían personas con pocos recursos) y, curiosamente, también eran los que aguantaban el temporal como unos campeones, con reparaciones menores.

Y es que a diferencia de los modelos actuales, los coches antiguos se pueden "remendar", y repararlos no suponía para el taller ni complejo software OBD (con carísimas terminales que cuestan miles de euros) ni herramientas rebuscadas ni procedimientos. Reparar un coche antiguo tardaba un taller un cuarto del tiempo que tardaban en repararle una avería similar a uno nuevo.




Pero esta mañana la misma Audatex acaba de presentar un informe de situación del mercado español, en donde adelanta algo patente, y es que los coches que hace diez o quince años eran "nuevos" pasarían a engrosar ahora el mercado de segunda mano. Dicho de otra manera: los que tenían el coche antiguo de los años setenta u ochenta, iban ahora a ser los propietarios de esos modelos de segunda mano, y con ello les daba un rayito de esperanza a los talleres: esos "nuevos" coches iban a ser los que se estropearían más, y los más caros de reparar y con los que era necesario invertir más tiempo. Así que los talleres no tenían por qué preocuparse porque pronto les llegaría una época de "vacas gordas".

Es cierto, no obstante, que en esto de los automóviles existe una gran contradicción. Es como elegir de entre dos cosas malas, la que sea "menos mala". Por una parte tenemos coches antiguos que no se estropean, que soportan "carros y carretas" y que, encima, son muy fáciles de reparar. Por la otra tenemos coches modernos hechos, pensados, diseñados o como queráis (o aunque sea simplemente por la compleja tecnología, dispositivos diversos y elementos accesorios que incorporan) que se estropean más que una escopeta de feria y, por si fuera poco, encima son más caros de reparar y sus recambios son más complejos y están diseñados con materiales más elitistas.


Parece que la elección entre unos y otros sería fácil, pero no lo es. No podemos decantarnos simplemente por un vehículo antiguo aduciendo que su fabricación y sus características lo hacen más robusto y será más fácil de mantener, porque no es tan sencillo. Los coches modernos es cierto que son caros, que se estropean más y que tienen una cantidad de complejidad abismal, pero también es cierto que contaminan muchísimo menos. Así que ¿miramos nuestro bolsillo, o la salud de nosotros, nuestra familia, el resto de la humanidad y el planeta?

Todos los expertos coinciden -y tienen razón- que lo mejor sería cambiar de coche cada seis u ocho años. Sí, claro, en el mundo de Jauja eso sería posible, pero en el mundo en que vivimos ni mucho menos. ¿Quién se puede permitir el lujo de cambiar de coche cada pocos años, dejando de lado a unos pocos privilegiados o a los políticos y ejecutivos que les pagan el coche porque tienen un vehículo oficial pagado por todos nosotros? El resto de la gente, la inmensa mayoría no puede cambiar de coche, de hecho ni siquiera puede adquirir uno nuevo, y tiene que recurrir al mercado de segunda mano y buscar coches más antiguos. Esos coches más antiguos, los que ahora rondan los diez años, son los que les sumirán en el pozo profundo del gasto en talleres.


Como podéis ver es la pescadilla que se muerde la cola. Y al final resulta que la pregunta decisiva es: ¿me arriesgo con un coche moderno y así contamino menos pero tengo más visitas al taller, o me quedo con mi antiguo y fiable modelo del siglo pasado pero hago que traguen mis humos a "tutiplén"? Es difícil responder a ésto, pero más difícil lo es cuando la Administración interviene, y si no te quieres deshacer de tu viejo coche ya te obligarán ellos a costa de impuestos, y de restringir su uso en determinadas temporadas, en determinadas zonas o en determinadas ciudades. Es verdad que razón no les falta, al fin y al cabo es por la salud de todos nosotros (del dueño del coche también).

También alguien podría plantear: ¿realmente los coches antiguos eran más fiables y se estropeaban menos porque los construían así, o es que en los actuales no quieren hacerlo porque no les interesa? Bueno, hay de todo. Es cierto que adquirir un coche es sólo una parte de los beneficios de la marca que lo fabrica (por eso muchos concesionarios huyen de aquellos que quieren pagar los coches "con todo el dinero en mano", y prefieren con mucho, con mucha diferencia, que se pague a plazos), hay detrás muchos intereses en forma de fabricación de recambios, piezas, lubricantes, talleres... Todo un conglomerado que mueve miles de millones (y que también crea muchos puestos de trabajo).


Ya sabéis que yo soy de la opinión de que si se puede construir algo fiable y duradero, no se le ponga una fecha de caducidad "artificialmente". Hay muchos ejemplos: la bicicleta lleva más de un siglo siendo básicamente la misma cosa, con sus mismos elementos, y es algo que uno mismo puede reparar y mantener solo con un poco de tiempo, ganas y empeño. Antes, hace muchos años, los coches también era posible, en parte, hacer eso. Pero hoy es impensable que un ciudadano medio pueda mantener por sí mismo su automóvil, si éste es moderno al menos. ¿Es así porque tiene que ser así, o es así porque se ha buscado expresamente así?

Claro que en el caso de la bicicleta es bien fácil de responder. Quienes la adquieren suelen ser personas que buscan un medio de transporte económico, fácil de mantener y que no tienen otras posibilidades para comprarse un coche. Por lo tanto en el "primer mundo" son muy pocas las personas que hacen uso diario de ese medio, y la mayoría están en el llamado "tercer mundo". Como se venden pocas (o se vendían), ponerlas "con fecha de caducidad" o hacerlas endebles y que se estropeen no conviene, porque antes de repararla las tirarían. No compensa. Pero el caso de un coche es diferente. A nadie se le ocurre tirar un coche a la basura porque se estropee habitualmente, sino que antes intentará repararlo una y otra y otra vez.

Por desgracia, también algo está cambiando en el mundo de la bicicleta debido a la moda última de usarla por ser un vehículo ecológico. Y eso ha hecho que a ella acudan en tropel los fabricantes trayendo bajo el brazo elementos de obsolescencia programada a montones: suspensiones difíciles de mantener, sistemas de cambios a batería, sistemas de frenado hidráulicos... Todo lo malo y lo más caro (y más débil) del mundo del motor, ahora quieren ponerlo también en la bicicleta para que quien quiera repararla (y se estropeará cada dos por tres) tenga que llevarla a un taller y desembolsar también sus buenos billetes. No, ya no sirven aquellas horquillas de CrMo fiables y eternas, ahora hay que ponérselas con doble suspensión que, encima y para más sorna, son más pesadas.

Y con eso podríamos ir uno por uno listando todos los demás elementos que quieren traer hoy al mundo de la bici. De manera que, a la pregunta que yo mismo me hacía -y os hacía- antes de ¿es así porque tiene que ser así, o es así porque se ha buscado expresamente así? yo tengo mi propia respuesta, que no se si compartiréis o no. Pero es lo que juzgo por lo que veo: no es así porque sea así. Más bien les interesa a unos, a otros, a aquellos y a estos, que sea así. O sea: les interesa que con tu dinero se siga moviendo esta ruleta del capitalismo. Es eso, y nada más que eso.

| Redacción: RevistaBici.blogspot.com

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